Garry Winogrand y el dulce equilibrio compositivo de la fotografía callejera
Decir Garry Winogrand es prácticamente decir Street Photo, una comparación que le molestaría ya que él siempre se consideró simplemente fotógrafo e intentaba huir de cualquier etiqueta que lo encasillase. Pero lo cierto es que el grueso de su producción se desarrolló en la calle, principalmente avenidas y callejones de Nueva York, un entorno que Winogrand conocía bien ya que se crió y curtió en el barrio del Bronx. Y es que las calles de Nueva York eran para Winogrand el espacio perfecto para capturar complejas composiciones y tensiones visuales.
Winogrand sintió desde muy joven un gran interés por la plasmación visual, lo que le llevó en un primer momento a estudiar pintura para decantarse posteriormente por algo que por los años 50 comenzaba a pegar fuerte: la fotografía, un medio todavía joven, inexplorado, y que estaba a la espera de nuevas miradas que expandieran sus horizontes.
Y sin duda Winogrand ha sido uno de los nombres clave de la evolución del lenguaje de la fotografía durante los años 60 y especialmente de los 70, ésta última década sin duda más dulce para el fotógrafo ya que para entonces gozaba de gran reconocimiento de crítica y público a la vez que comenzaba a ver algunos trabajos suyos publicados en libros y se sucedían las exposiciones dedicadas a su figura. Desgraciadamente no pudo disfrutar demasiado tiempo del reconocimiento de su trabajo ya que fallecería al comienzo de los 80 con tan solo 54 años de edad.
A pesar de no tener una vida excesivamente longeva, esto no fue ápice para que Winogrand desarrollarse un monstruoso archivo fotográfico, que cuenta con alrededor de 1.250.000 fotografías. Una gran cantidad de ellas nunca fueron reveladas por el fotógrafo, e incluso las reveladas, ni siquiera vistas. Y es que Winogrand revindicaba la separación emocional respecto a su trabajo e intentaba que al menos pasaran uno o dos años entre la toma de la imagen y el visualizado de la imagen para que así pudiera ser realmente crítico con lo que veía, apreciar las fotografías que merecían la pena y desechar lo que no era interesante.
Un método que sin duda se hace muy difícil de realizar hoy día con la tecnología digital, aunque casi podríamos decir que Winogrand era un pre instagramer si tenemos en cuenta que cada día que salía a tirar fotos podía disparar 10 carretes en no demasiado tiempo. Encuadrar, enfocar, disparar y vuelta a empezar si el motivo fotográfico le suscitaba emoción.
Su forma de trabajar, frente a los sujetos que retrataba, casi siempre con una lente 28mm y sin inmutarse mientras trabajaba, no solía traerle problemas, ya que solía establecer cierta comunión con los sujetos retratados, en parte por su aspecto simpático y francamente afable, en parte por que solía agradecerle a todo el mundo el formar parte de sus fotografías una vez eran retratados.
Winogrand será siempre recordado por su fotografía callejera en blanco y negro, casi siempre armado con una Leica M4 y carretes de 400ISO forzados a 1200 para conseguir rápidas velocidades que le permitieran congelar sin problemas el rápido trajín de las calles, pero no hay que olvidar que también retrato Estados Unidos a base de imágenes en color así como en Polaroids, publicándose fantásticos libros que las recogen, muchos de los cuales están descatalogados y solo se pueden comprar hoy día en Internet por precios desorbitados.
Si nos consideramos fotógrafos de calle, Garry Winogrand es un fotógrafo que sin duda tenemos que estudiar, una figura clave de la fotografía de los años 70 cuya sombra se extiende hasta fotógrafos que probablemente ni son conscientes de ella.
*Fuente: culturafotografica.es
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